José de la Cuadra (1903-1941)
- Abogado
- Profesor del colegio Vicente Rocafuerte
- Vicerrector del colegio Vicente Rocafuerte
- Subsecretario de Gobierno
- Secretario general de administración pública
- Visitador consular
- Delegado del Gobierno para el estudio de leyes
- Escritor
- Presidente del Centro Universitario de Guayaquil
- Presidente de la Federación del Sur de Estudiantes Universitarios
osé de la Cuadra nació en Guayaquil, el 3 de
septiembre de 1903. Su infancia desarrollo en una relativa estrechez económica.
De la Cuadra realizó sus estudios en su ciudad natal.
En 1921, culminó el bachillerato en el Colegio Nacional Vicente Rocafuerte, y
en 1929, se graduó de abogado en la Universidad de Guayaquil.
La vida universitaria De la Cuadra fue alternada con
el magisterio, el periodismo, la política y la literatura. Desempeñó las
funciones de profesor de Moral y Gramática en el Colegio Vicente Rocafuerte;
también fue bibliotecario y, con los años Vicerrector del mismo plantel.
Las primeras incursiones literarias pertenecen a su
época de colegial. Durante 1919-1920 formó parte de laredacción de la revista
“Juventud Estudiosa”. En ella colaboraron, entre otros bandos, Medardo Ángel
Silva, José Maria Egas, Jorge Carrera Andrade, Augusto Arias, Gonzalo Escudero,
todos ellos cultivadores del “retrasado modernismo ecuatoriano” del que José de
la Cuadra no se pudo sustraer. De allí que las primeras publicaciones tengan
esta influencia. En la ya mencionada “Sangre de Incas. A la memoria de Santo
Chocano”, “A la pálida”.
A la época del estudiante universitario corresponden
sus primeras actividades políticas. Fue presidente del “Centro Universitario de
Guayaquil” y de “La Federación del Sur de Estudiantes Ecuatorianos”. En 1925,
en unión de sus coidearios, fundó “la Universidad Popular”.
Es probable que en 1931 haya escrito “Los monos
enloquecidos”. Así lo indica de la Cuadra por medio de las palabras “del
protagonista al autor”, que sirven de introducción a la obra, sin embargo, el
texto inconcluso de esta obra no se publico hasta 1951.
Desde 1931 hasta 1935, De la Cuadra colaboró en
revista “Semana Grafica”, publicada por la editorial “El Telégrafo”.
En 1932 sale a la luz, en España, una colección de
cuentos titulada “La vuelta de la locura”. Eran seis relatos de los cuales
cinco habían formado parte “El amor que dormía”, y otro, había integrado
“Repisas”.
En 1932 se publico la primera edición de “Horno”. El
libro comprendía once cuentos; en estas páginas campea “el dolor, la venganza,
la miseria, las aberraciones sexuales, reclamando enmiendas”. Una segunda
edición data de 1940, y en ella se incluye “La tigra”.
En 1933, aparecieron una serie de artículos
literarios, tanto en periódicos nacionales como en revistas extranjeras. En la
Revista “Americana” de Buenos Aires se publicaron: “Iniciación de la
novelística ecuatoriana”, “Advenimiento literario del montubio” y “¿Feísmo?
¿Realismo¿”. En la Revista “Claridad”, también de Buenos Aires, publico
unartículo dedicado a la poesía de Gonzalo Escudero y, en Guayaquil, escribió
para “El Telégrafo” “Personajes en busca de autor”,
La gran obre narrativa de José de la Cuadra, “Los
Sangurimas”, fue publicada en Madrid en 1934. Contenía ademáscinco cuentos:
“Sangre expiatoria”, “Candado”, “Calor de yunga”, “Barraganía” y “Shishi la
chiva”.
En 1937, publicó en el editorial “Imán” de Buenos
Aires, su ensayo sobre el montubio ecuatoriano. En este tratado, de la Cuadra
recoge todos sus conocimientos sobre el alma y costumbres del hombre de nuestro
litoral.
El 14 de octubre de 1937, aparece “Ecuador, país sin
danza”, este es un ensayo en el cual indica las razones por las que, según el
autor, nuestro pueblo no baila.
En 1937 interviene nuevamente en la política. Fue
Secretario General de la administración del General AlbertoEnríquez.
En 1938, mientras trabajaba en el Gobierno de
Enríquez, fue designado agente consular, cargo que le permitió visitar
distintos países de Sudamérica y ponerse en contacto con notables escritores.
En 1938, publicó su ultimo libre “Guasinton”. Se trata
de una colección de catorce cuentos, dos crónicas y seis reseñas que comprenden
diferentes momentos de su creatividad literaria y, por lo tanto, datan de
diferentes fechas; unas incluso, no se han podido precisar.
En 1938, se imprimió el Folleto “Sanagüin, novela
azuaya”.
En 1940, apareció en la revista “Hombre de América”,
de Buenos Aires, el cuento “Galleros”; lo fabulesco y lo legendario van a
caracterizar este relato.
José de la Cuadra falleció en su ciudad natal, el 2 de
febrero de 1941, en plena actividad literaria, cuando proyectaba escribir dos
biografías, una, sobre el General Eloy Alfaro y, otra sobre Pedro Montero,
caudillos liberales ecuatorianos.
SUS OBRAS LITERARIAS
Es evidente que su temprana madurez hizo notar en los
años treinta, con una producción que no cesaba de aparecer bajo el rigor de una
clarísima inteligencia y las demandas de un gusto bien cultivado. En todo el
corto lapso de menos de un decenio, consiguió de la Cuadra la creación de
cuentos, novelas, artículos y ensayos, que tienen mas cualidades de solidez y
gracia que los trabajos que otros se han esforzado en realizar en un tiempo
tres veces mayor. Y ellos, a pesar de que de la Cuadra sentía repugnancia por
la improvisación, vicio de mediocres. Pero las tentativas reveladoras dataron
de la época de su adolescencia. Esto es, de cuando el autor apenas contaba
dieciséis años de edad. Para entonces demostraba ya un talento fecundo, que
naturalmente vacilaba -eso es lo que conmueve por ser signo de honradez
intelectual en el periodo difícil de la iniciación- entre inexperiencias de
técnica, debilidades en el enfrentamiento a los asuntos, inestable dominio del
lenguaje literario.
Entre sus principales obras son:
- Oro de sol (1925)
- Nieta de Libertadores
- El extraño paladín
- El amor que dormía (1930)
- Repisas (1931)
- Horno
- La Tigra
- Los Sangurimas (1934)
- Los monos enloquecidos (1951)
MEDARDO ÁNGEL SILVA
Medardo Ángel Silva nació en Guayaquil el 8 de junio
de 1898, y murió de forma trágica el 10 de junio de 1919 en la misma ciudad
(dos días después de haber cumplido 21 años). Escritor, poeta, músico y
compositor, es considerado el mayor representante del modernismo en la poesía
ecuatoriana. Quedó huérfano de padre a muy temprana edad y su madre, con la
pequeña pensión que su esposo les había dejado, construyó una modesta casa en
la Avenida del Cementerio. De niño entró a estudiar en la escuela de la Filantrópica,
cercana a su casa. Por esa época todas las tardes, decansando sobre una hamaca,
contemplaba el interminable desfilar de los entierros rumbo al cementerio. De
allí la fijación que el poeta expresaría más tarde hacia la muerte. También de
niño le gustaba mucho la música, e incluso solía practicar con frecuencia el
piano en el convento de los padres agustinos.
Por el año de 1910 ingresó al colegio Vicente
Rocafuerte, pero al cuarto año tuvo que abandonar sus estudios por falta de
recursos. Entonces entró a trabajar en una imprenta local. Luego de abandonar
el colegio, comenzó a intentar publicar sus primeros poemas. Estos fueron
rechazados al principio por los diarios más importantes de Quito y Guayaquil,
pero poco a poco empezaron a aparecer publicados en pequeñas revistas
literarias que comenzaron a darle notoriedad. Aunque Silva no se graduó de
bachiller, su condición de autodidacta lo llevó a ser maestro escolar e incluso
a leer en francés; así se le facilitó el contacto con la poesía de los simbolistas
franceses (Paul Verlaine, Arthur Rimbaud, Charles Baudelaire), quienes llegaron
a ser sus más grandes referentes. Las influencias en su poesía, además, fueron
el modernismo de Rubén Darío y el misticismo de Amado Nervo.
Para 1915 sus poesías, que mostraban una marcada
melancolía, eran ya aceptadas en todos los diarios del país; además el joven
adolescente entró a trabajar como editor en diario El Telégrafo, el cual era en
ese tiempo el periódico de mayor circulacón nacional. En las páginas de este
diario es que logra publicar por entregas su pequeña novela, María Jesús. En
1918 publica su primer y único libro de poesías, El árbol del bien y del mal.
Del mismo sólo imprime 100 copias, por falta de recursos. Aunque el libro
recibió aclamación por parte de los críticos de su tiempo, las ventas no fueron
nada buenas, llegando incluso Silva a incinerar gran parte de los ejemplares al
ver que en una librería no se había vendido ni uno.
Sin embargo, la popularidad de Silva en el ámbito
literario seguía creciendo. Mas entonces ocurrió la tragedia. La muerte de
Medardo Ángel Silva sigue siendo un misterio sin esclarecer: a los 21 años el
joven poeta murió de un tiro en su cabeza junto a la casa de su novia, por lo
que se declaró que fue un suicidio. También influyó en esta creencia el
contenido de los poemas de Silva, el cual incluso llamó a la Muerte la
libertadora del horror de la vida.
Pero posteriores análisis ponen en duda la teoría de
que se habría suicidado, ya que la bala entró por detrás de su oreja. Sin embargo,
nunca se investigó más allá y fue enterrado sin los ritos fúnebres católicos,
asumiéndose que su muerte fue un suicidio y esto ha llevado a la construcción
de un imaginario popular acerca de sus últimas horas, en él se habla desde que
habría estado jugando con el arma y que su muerte fue un accidente, hasta que
por una decepción amorosa habría tomado esa trágica decisión.
Entre sus famosas obras literarias están:
- El árbol del bien y del mal (poesías, 1918)
- María Jesús (novela, 1919)
- La máscara irónica (ensayos)
- Trompetas de oro (poesías)
- El alma en los labios
El
Alma en los Labios
Para mi amada
Para mi amada
“Cuando de
nuestro amor la llama apasionada
dentro tu pecho amante contemples extinguida,
ya que sólo por tí la vida me es amada,
el día en que me faltes me arrancaré la vida.
dentro tu pecho amante contemples extinguida,
ya que sólo por tí la vida me es amada,
el día en que me faltes me arrancaré la vida.
Porque mi
pensamiento, lleno de este cariño
que en una hora feliz me hiciera esclavo tuyo,
Lejos de tus pupilas es triste como un niño
que se duerme soñando en tu acento de arrullo.
que en una hora feliz me hiciera esclavo tuyo,
Lejos de tus pupilas es triste como un niño
que se duerme soñando en tu acento de arrullo.
Para
envolverte en besos quisiera ser el viento
y quisiera ser todo lo que tu mano toca;
ser tu sonrisa, ser hasta tu mismo aliento,
y así poder estar más cerca de tu boca.
y quisiera ser todo lo que tu mano toca;
ser tu sonrisa, ser hasta tu mismo aliento,
y así poder estar más cerca de tu boca.
Vivo de tu
palabra, y eternamente espero
llamarte mía, como quien espera un tesoro.
lejos de tí comprendo lo mucho que te quiero
y, besando tus cartas, ingenuamente lloro.
llamarte mía, como quien espera un tesoro.
lejos de tí comprendo lo mucho que te quiero
y, besando tus cartas, ingenuamente lloro.
Perdona que
no tenga palabras con que pueda
decirte la inefable pasión que me devora;
para expresar mi amor solamente me queda
rasgarme el pecho, amada, y en tus manos de seda
dejar mi palpitante corazón que te adora!”
decirte la inefable pasión que me devora;
para expresar mi amor solamente me queda
rasgarme el pecho, amada, y en tus manos de seda
dejar mi palpitante corazón que te adora!”
Jorge Icaza (1906 – 1978)
Nació en Quito. Vivió su infancia en una enorme propiedad rural, conociendo así, por observación directa, la aflictiva realidad de los indios, las características de su condición espiritual, sus costumbres. Aprobó en Quito los estudios escolares y parte de la instrucción media bajo la dirección de los frailes. Ingresó en la Facultad de Medicina, pero la abandonó poco después. Siguió entonces cursos de Arte Dramático, en el Conservatorio Nacional. La consecuencia inmediata de ello fue su profesión de actor, que la inició en 1928, y que estimuló sus primeras creaciones literarias. En efecto, lo que primero escribió estuvo destinado al teatro: “El intruso” (1928); “La comedia sin nombre” (1929); “Por el viejo” (1929); “Cuál es” (1931); “Como ellos quieren” (1931); “Sin sentido” (1932). La Compañía Dramática Nacional, a la que Icaza perteneció, puso en escena todos esos trabajos, cuyos temas habían sido tomados de conflictos íntimos de familia, o de prejuicios sociales. La experiencia personal de su autor, que llegó a conocer las exigencias del arte teatral, le fue de positiva utilidad en el dominio de la acción y en la desenvoltura de los diálogos.
Aunque no dejó de un modo definitivo la creación dramática, decidió probar su
talento en la narración… el campo de su inspiración pasó a ser
preponderantemente otro: el de los sufrimientos del indio y el cholo o mestizo
en una sociedad corroída por el mal centenario de la discriminación racial, la
desigualdad económica, las quiebras de la justicia y el sospechoso efecto de
las leyes.
Sus nuevos libros fueron: “Barro de la sierra” (cuentos, 1933); “Huasipungo” (primer premio de la novela de Hispanoamérica en un concurso de la “Revista Americana” de Buenos Aires, 1934); “En las calles” (premio nacional de la novela del Ecuador, 1936); “Cholos” (novela, 1938); “Media vida deslumbrados” (novela, 1942); “Huairapamushcas” (novela, 1948); “Seis relatos” (cuentos, 1952); “El chulla Romero y Flores” (novela, 1958). Se publicó finalmente, en Buenos Aires, su novela postrera: “Atrapados”.
Icaza fue pues un escritor dedicado casi exclusivamente a su profesión literaria. Ha viajado por muchos países. Ha ejercido las funciones de Agregado Cultural ecuatoriano en la Argentina. Ha representado a su país en varios congresos intelectuales. Ha sido Director de la Biblioteca Nacional. Pero todo ello no ha tenido para él la significación que su labor de novelista, que es justamente la que le ha conquistado celebridad internacional. En la enunciada producción narrativa de Jorge Icaza se muestran muy evidentes sus objetivos de crítica social. Son ellos los que establecen la unidad de sus ideas combativas, y los que dictan el estilo de su relato y la persistencia de ciertos cuadros episódicos.
Su espíritu, atormentado de conflictos raciales, sigue pesando poderosamente el ancestro aborigen. Clarísimo testimonio de ello es el “Chulla Romero y Flores”, protagonista de la principal novela de Icaza. Y aun en este tipo de sus trabajos es corriente encontrar más de un episodio en que se mueven los indios rumiando su tragedia. Ahora bien, la intención política del narrador tiene un brío incontenible. Del retrato fidedigno da un salto brusco a la caricatura. Del análisis severo pasa resueltamente a la sátira.
Así también los conflictos anímicos de la mezcla racial del mestizo ecuatoriano se descubren por igual en los cuentos “Cachorros” y “Mama Pacha” y en las novelas “Cholos” y “El Chulla Romero y Flores”. Hay problemas colectivos, como el de la privación del agua a los campesinos, que tienen caracteres semejantes en el cuento “Sed” y en la novela “En las calles”. Y la confabulación de los explotadores contra el indio en“Huasipungo”, que es la novela a la que más se ha venido refiriendo la crítica.
Sus nuevos libros fueron: “Barro de la sierra” (cuentos, 1933); “Huasipungo” (primer premio de la novela de Hispanoamérica en un concurso de la “Revista Americana” de Buenos Aires, 1934); “En las calles” (premio nacional de la novela del Ecuador, 1936); “Cholos” (novela, 1938); “Media vida deslumbrados” (novela, 1942); “Huairapamushcas” (novela, 1948); “Seis relatos” (cuentos, 1952); “El chulla Romero y Flores” (novela, 1958). Se publicó finalmente, en Buenos Aires, su novela postrera: “Atrapados”.
Icaza fue pues un escritor dedicado casi exclusivamente a su profesión literaria. Ha viajado por muchos países. Ha ejercido las funciones de Agregado Cultural ecuatoriano en la Argentina. Ha representado a su país en varios congresos intelectuales. Ha sido Director de la Biblioteca Nacional. Pero todo ello no ha tenido para él la significación que su labor de novelista, que es justamente la que le ha conquistado celebridad internacional. En la enunciada producción narrativa de Jorge Icaza se muestran muy evidentes sus objetivos de crítica social. Son ellos los que establecen la unidad de sus ideas combativas, y los que dictan el estilo de su relato y la persistencia de ciertos cuadros episódicos.
Su espíritu, atormentado de conflictos raciales, sigue pesando poderosamente el ancestro aborigen. Clarísimo testimonio de ello es el “Chulla Romero y Flores”, protagonista de la principal novela de Icaza. Y aun en este tipo de sus trabajos es corriente encontrar más de un episodio en que se mueven los indios rumiando su tragedia. Ahora bien, la intención política del narrador tiene un brío incontenible. Del retrato fidedigno da un salto brusco a la caricatura. Del análisis severo pasa resueltamente a la sátira.
Así también los conflictos anímicos de la mezcla racial del mestizo ecuatoriano se descubren por igual en los cuentos “Cachorros” y “Mama Pacha” y en las novelas “Cholos” y “El Chulla Romero y Flores”. Hay problemas colectivos, como el de la privación del agua a los campesinos, que tienen caracteres semejantes en el cuento “Sed” y en la novela “En las calles”. Y la confabulación de los explotadores contra el indio en“Huasipungo”, que es la novela a la que más se ha venido refiriendo la crítica.
PABLO PALACIO Y SU NARRATIVA
Pablo Palacio es uno de
los autores más talentosos de nuestro país, su obra aunque fue escasa, es una
clara referencia del talento que se perdió de este gran autor, ya que nunca
llego a ser difundida como se merecía. Es muy importante que conozcamos un poco
más acerca del más representativo escritor de la historia de nuestra literatura
ecuatoriana. Pablo Palacio nace en Loja el 25 de enero de 1906. Hijo de
Angelina Palacio y Agustín Costa, el padre, no lo reconoció. Éste, años más tarde
cuando Pablo Palacio ya era famoso, intentó darle el apellido, el literato se
negó. Este gran autor pertenecía a una rama empobrecida de los Palacio. Familia
criolla y de abolengo aristocrático. Se casó en 1937, después de un largo
enamoramiento, con la destacada artista Carmita Palacios. En 1939 Palacio
empieza a manifestar síntomas de una terrible enfermedad, perdía la memoria
constantemente y el hilo de las conversaciones. Al final, esta sería la
enfermedad por la cual murió tiempo después en una clínica psiquiátrica de
Guayaquil. Siete años duró su agonía, y fallece el 7 de enero de 1947.
Entre sus obras más
representativa tenemos:
Novelas:
-Un nuevo caso de
mariage en trois —se dio a conocer como parte de la novela Ojeras de virgen
cuyos originales se extraviaron— (Quito, 1925).
-Débora (Quito, 1927).
-Vida del ahorcado
—novela subjetiva— (Quito, 1932).
Cuentos:
-El huerfanito (Loja,
1921).
-El antropófago (Quito,
1926).
-Luz lateral (Quito,
1926).
-Brujerías (Quito,
1926).
-Un hombre muerto a
puntapiés (Quito, 1927).
-Las mujeres miran las
estrellas (Quito, 1927).
-La doble y única mujer
(Quito, 1927).
-El Cuento (Quito,
1927).
-Señora (Quito, 1927).
-Relato de la muy
sensible desgracia acaecida en la persona del joven Z (Quito, 1927); Una mujer
y luego pollo frito (Quito, 1929).
-Cuentos
hispanoamericanos, Ecuador (1992).
Su libro pertenece al
género de prosa narrativa, son cuentos de realismo urbano o abierto, el nivel
de escritura es en general culto y está dividido en diez cuentos. Este libro
tiene básicamente como fondo el tratamiento de temas típicamente presentes en
la realidad de la vida diaria de las ciudades ecuatorianas, que son comunicados
en su máxima expresión, y entregan elementos de juicio para el lector
inconforme e identificado con el texto, obviamente el mensaje no es directo y
exige una lectura atenta y un análisis objetivo y subjetivo.
Pablo Palacio fue uno
de los fundadores de la vanguardia en el Ecuador y América Latina, por tanto
era un adelantado en lo que respecta a estructuras y contenidos narrativos por
ser su obra casi no correspondida a los escritores del costumbrismo de su
época.
En su narrativa
desfilan seres anormales, casi locos, investigadores que elaboran hipótesis
absurdas, casos clínicos, personajes dotados para el ridículo, todo ello
manejado desde la ironía de un humorismo deshumanizado. Pablo Palacio es la
imagen representativa de la Vanguardia, está claro que él se adelantó a su
época; de acuerdo a su obra narrativa se ha calificado a Palacio de anti
romántico, porque presentaba seres anodinos y de vulgares pasiones, sus
libros lo convirtieron en el escritor joven más discutido y admirado entre la
intelectualidad quiteña. Fue el innovador de los cuentos cortos, los cuentos
que producían asco y desgracia a través de sus patéticos personajes; que tan
simples como cualquiera de nosotros aparecían como únicos en sus desdichas y
andanzas.
Sus cuentos de
desgracias y melancolías, de conflictos y desdichas recreadas por sus
personajes nos muestran un mundo trágico y con falta de valores, son
narraciones en las que se alterna la primera y tercera persona. En estos
cuentos el narrador se presenta como un amigo de los protagonistas, aún así los
tonos burlescos dentro de la historia no están totalmente ausentes. El narrador
adquiere una perspectiva crítica ante la realidad que lo rodea, hablamos de la
década de los veinte. Palacio pretende retomar la realidad, alcanzando temas
que estaban guardados y olvidados. La narración es literal a la realidad, pero
también evoca el asco de las personas por su propio escenario. Su literatura
trasciende al realismo abierto y critica a la sociedad quiteña en la que
Palacio vivió. Propone una revolución literaria mediante la crítica, él mismo
fue un revolucionario, inconforme con el ambiente en el que se desenvolvía.
A Palacio se lo critica
por su forma fuera de lo común al escribir, y no es aceptado por los demás
escritores de su tiempo por no escribir sobre el negro, el indio, el cholo,
etc. Sus obras eran consideradas irritantes, hirientes, alucinantes,
desafiantes, coléricas, absurdas, existenciales y difíciles de analizar, porque
no seguían los cánones literarios de su época. Pero a pesar de las críticas se
encuentra en Palacio a un hombre brillante, que fue afectado por las cosas que
en su vida pasaron, y esto también debió de haber influido mucho en sus obras;
dentro de la literatura ecuatoriana, es el caso insólito de una literatura
fragmentada, esquizofrénica, con brillantes logros de forma y estilo.
Conclusión
La obra de Palacio es
una obra muy completa, cuenta con una gran imaginación que aporta el autor;
dentro de su obra se encuentran pequeños cuentos, como una especie de diario,
su obra también es muy personal y subjetiva, al punto de mostrar sus conflictos
emocionales una cierta especie de esquizofrenia que sobresale en su obra.
La Palabra
¿Qué es la palabra?
La palabra es un espejo de la realidad;
con su sonido nos abre la puerta de una imagen que nos dice el estado de
las cosas; sus rasgos, sus detalles, incluso aquéllos que nos negamos a ver
apartando la mirada o trayendo en su lugar un silencio total . Por eso es
que el silencio dice más que mil palabras: porque ellas están ahí… detrás,
sustentándolo; haciendo de él un silencio particular… especial; cargado de
sentido el que no hemos querido ver, por cierto.
¿Y qué ganamos con no ver lo que hay?
Quizá mucho… porque a veces la mentira es más
piadosa que la verdad… o quizá nada… porque al no aceptar lo que hay, lo que le
sigue es el vacío o espacio. Y entonces uno se mueve a pasos agigantados
tratando de cubrirlo con cualquier cosa que nos llegue a mano; para no ver lo
que hay, para no sentir el vacío. ¡Quizá nada ganamos cubriendo las cosas!
Vaciando una botella, un almacén o el cuerpo de ropa.
Quizá sea quien nos significa, quien nos
encarna. Y si realmente tiene ese poder, ¿qué ganamos con hacerlas salir
vacías, con quitarles ese sentido que traen al salir de nuestros labios? Quizá
guardamos ese sentido: se queda en nuestro interior haciendo un eco
interminable hasta encontrar un hueco por donde salir, junto a nuestro hablar
cotidiano. Y entonces nosotros pedimos perdón al que habla frente a nosotros
por haber equivocado nuestro decir cuando se trata justo de lo contrario,
porque al final ese error no es más que el eco de una verdad… esa que no
quisimos ver. ¿Qué es entonces la palabra?
Si cuando optamos por decirla incluso puede
mover montañas. Te amo. Te odio. Te admiro. Ya no te quiero. Te sigo esperando
desde hace más de dos horas; por decir algo…
¿Qué será entonces la palabra, que a veces la ignoramos tanto?JULIO ZALDUMBIDE GANGOTENA
Nació en Quito el 5 de junio de 1.833. Hijo
legítimo de Ignacio Zaldumbide Izquierdo, combatió a lado del general José
María Sáenz y fue asesinado a lanzadas después el combate de Pesillo, cuando
estaba rendido. “Su nombre constituye baluarte de civilismo y signo de la saña
del elemento militar extranjero adueñado del país” y de Felipa de Gangotena y
Tinajero, quiteños.
Después de la primera enseñanza y de haber
seguido los cursos de secundaria hasta graduarse de maestro o bachiller en
Filosofía y Letras, ingresó a la Universidad Central con el intento de
dedicarse a los estudios de Jurisprudencia, pero muy pronto los abandonó para
seguir con ardor y entusiasmo a la literatura. “Era un joven de buenas maneras,
de exquisito gusto, pero dado a la soledad y a la melancolía”.
En 1.852 escribió la poesía titulada “La
estrella de la tarde”, primera de sus composiciones intimistas y de tono menor
“en una atmósfera de amable melancolía y vaga tristeza, tan propia de la hora
vespertina, vista por ojos románticos, donde campea su simpatía por la
naturaleza y el canto al amor doloroso e imposible idealizado en Laura”.
Poco después y con motivo de conmemorarse el
séptimo aniversario de la revolución marzista 6 de Marzo de 1.845– se presentó
aún adolescente a la velada artístico- literaria de la “Sociedad de
Ilustración” y subiendo al escenario declamó su “Canto a la Música”, causando
magnífica impresión. Fragmento: El alma llena de delicias, cuando/ en el
cristal suspira de la fuente;/ La estremece de horror, en el torrente/ que se
lanza estruendoso en el peñón. // En el umbroso bosque, en la Colina/ finges la
dulce voz de los amores/ y del vergel en las fragantes flores/ estático te
escucha el corazón// Miguel Riofrío, “el poeta lojano que ejercitaba su justa
autoridad ante los jóvenes estudiosos y que presidía la fiesta”, lo coronó.
Zaldumbide tenía escasamente dieciocho años y de allí en adelante figuro
activamente en el mundo de las letras.
Según el 29 de noviembre escribió una
elegía “A la memoria de la señora Juana Lama de Moncayo”, esposa del Dr. Pedro
Moncayo y muerta al dar a luz a su hijo. En 1.855 publicó en el periódico “La
Democracia” de Quito, otra elegía, a la muerte de Carmen Pérez Pareja. Ya era
respetado en los medios cultos del país y se había granjeado numerosas
amistades.
En 1.856 publicó su Silva titulada “A la
soledad del campo” que según Hernán Rodríguez Castelo cambia sustancialmente su
estilo. “Su poesía se tornó más amplia y libre y adquirió mayor aliento, usando
combinaciones libres de versos de 11 y 7 sílabas y tomando a la naturaleza como
objeto de contemplación. Y así surgió el ciclo de sus famosas poesías tales
como “La Mañana”•, “La Tarde” y “La Noche”.
“En 1.857 atravesó una aguda neurosis que le
ocasionaba desabrimiento y desencanto a todo y al ocurrir la muerte de su tía y
suegra Rosa Gangotena de Gómez de la Torre escribió una elegía a su memoria. A
fines de ese año adquirió el fundo “Paramba” situado en la región de Malbucho,
que riega el río Mira en el camino el Pailón que acababa de abrirse y para
marchar hacia la selva virgen hizo apuntes y resúmenes que debieron haberle
costado muchas fatigas. El mismo hecho de aislarse en plena selva tropical,
bella y poderosa soledad apacible, revela el cambio en su conducta; sin embargo
no perdió enteramente su tiempo pues leyó a Tácito y a Tomás Moore y aunque no
halló la ansiada felicidad que en ninguna parte está como él mismo confesaría
después, gozó de una cierta quietud física y espiritual.
“Sus últimos años fueron sombríos y
agobiados. Vivía tuberculoso y colmado de dolores, silencioso, amando a los
suyos y ya no creía tanto en el destino incierto de los hombres porque la
religión iba ganando terreno en su voluntad disminuida por el abandono, la
pobreza y la enfermedad y murió el 31 de julio de 1.887 este patricio liberal,
cuando sólo contaba 54 años.
De estatura más que regular, tez blanca,
delgadísimo, ojos profundos y abundantes cabellos rizados y negros. Dejó ocho
hijos y la estela inolvidable de su fama y su talento.
Fue un poeta elegante y exquisito formado en
el más severo estudio, pero lleno de una genial apatía, pues no podía meditar y
componer sin el ánimo bien apercibido; por eso sus trabajos iban saliendo de
tarde en tarde y sólo a reiteradas solicitudes de sus amigos y admiradores.
Cuando leía meditaba. El arte que no es inspiración es artificio. La poesía es
meditación y recogimientos, las estrofas deben venir a una llamada de la
emoción y la inteligencia; por eso, conforme iban pasando los años, sus versos
van revistiéndose de gravedad, muy cercana a la Filosofía. Poeta – Filósofo se
le llamó para indicar esta inclinación meditativa. Hizo poesía profunda, sobria
y llena de buen gusto.- en la soledad del campo.
Poemas
EN TEMPESTAD SIN TREGUA DE BONANZA…En tempestad sin tregua de bonanza
Sufrir, llorar, de amor la pena dura,
Sin ver para más grande desventura
Ni en tu esquivez ni en mi dolor mudanza.
Fingir acaso en bella lontananza
Dichoso porvenir a mi tristura;
Ver luego disiparse su luz pura,
y, cual siempre, quedar sin esperanza.
Aqueste es mi destino, Delia impía.
Más, tú contemplas con desdén mi llanto…
¡Ay! Si has de ser de piedra a la agonía
Del pobre corazón que te ama tanto,
¿De qué me ha de servir esta traidora
Llama que en él prendiste y le devora?
Federico Gonzales Suarez
Nació en Quito en 1.844, hijo legítimo de Manuel
González Suárez, natural de la Plata en Colombia y de su prima hermana Mercedes
Suárez Alzamora, quiteña. Nació débil y enfermo y se temió por su vida. En
1.847 su padre viajó a Colombia al saberse leproso y quedaron el niño y la madre
en abandono y gran pobreza, subsistiendo por la ayuda del Obispo Garaycoa y de
otras personas caritativas.
Su madre le enseñó las primeras
letras, luego ingresó a la Escuela de Colombia que funcionaba en el Convento de
San Francisco. Entonces lograron adquirir una pequeña casa en los arrabales
frente a la quebrada de Jerusalén y recibió una carta del esposo que la
llamaba, pero casi enseguida se enteraron de su muerte; matriculado en la
escuela gratuita de Santo Domingo, en 1.851 hizo la Primera Comunión con su
confesor el Canónigo Manuel Orejuela que le obsequió un ejemplar de “La
religión demostrada al alcance de los niños” de Balmes, libro que leyó con
fruicción a pesar de sus escasos 7 años.
En 1.854 enfermó tres meses pero logró salvarse
con remedios comprados al fío. En 1.855 terminó la primaria y de once años
solamente recibió la tonsura de manos del Obispo Garaycoa en el santuario de
Guápulo; enseguida ingresó en la Universidad para continuar estudios
secundarios.
En 1.859 vino la guerra y los reclutamientos
forzosos. Deseaba entrar al Seminario pero no contando con medios económicos
solicitó una beca y el Arzobispo Riofrío se la negó por ser hijo único de madre
viuda y pobre.
Dejó los estudios 2 años, luego consiguió en
1.862 la ansiada beca de los jesuitas. A la semana, el Padre Francisco Javier
Hernáez lo acogió en su favor e ingresó de novicio a la enseñanza de
literatura, entonces fue atacado de viruelas pero sanó sin complicaciones.
En 1.863 arregló con Abelardo Moncayo la
Biblioteca Nacional de Quito, trastornada por el terremoto de 1.859 y cuando
éste salió de la orden, González Suárez fue puesto por sus superiores en
observación, “por haber sido su amigo”.
En 1.871 pronunció un discurso sobre “La Poesía
en América” que constituyó el inicio de su carrera como escritor y orador. En
dicha ocasión dijo “Soy el ínfimo de los ecuatorianos pero a nadie cedo en amor
a mi patria”, anciano expresará: “Yo solo leo las cosas de mi patria”.
De esa época de juventud es su “Estudio sobre
Virgilio” donde critica el olvido de las lenguas clásicas en los programas de
enseñanza superior y el “Estudio de la Poesía épica cristiana” obra que revela
una prosa rica en giros idiomáticos.
En 1.872 decidió salir de la Compañía de Jesús;
años después expuso en sus “Memorias Intimas”. “Viví en la Compañía 10 años y
tengo como uno de los más grandes beneficios que he recibido de la bondad
divina esos diez años de vida religiosa pasada en la sotana jesuita”. ¿Por qué
salió entonces? Parece que lo hizo para ayudar económicamente a su madre. Los
jesuitas se sintieron molestos y con toda la razón. Diez años es mucho tiempo y
por ello ejercieron influencias para evitar que González Suárez ingrese al
Clero de las diócesis de Quito e Ibarra; mas, el Obispo de Cuenca, Remigio Estévez
de Toral, lo llamó bajo su protección y se ordenó de Subdiácono el 4 de Agosto,
de Diácono el 11 y de Presbítero el 18 de ese mes y al día siguiente fue
sacerdote en el templo de la Concepción de Cuenca “de un modo privado y casi
oculto”. El jueves 22 dijo su primera misa en el oratorio de la hacienda que
poseía su padrino de vinajeras, Dr. Antonio Borrero, en el Valle de
Chaullabamba. Cuatro meses después fue designado Canónigo Racionero de esa
Catedral, ejercía la secretaría privada del gobierno eclesiástico y ayudaba con
remesas periódicas de dinero a su madre en Quito, anciana, achacosa y como
siempre pobrísima. (1)
Superada su crisis comenzó una vida cultural
intensa. Vivía en casa de la familia Izquierdo Serrano, frecuentaba las
reuniones literarias del “Liceo de la Juventud” que dirigía el Padre Julio
Matovelle, donde se formaban los Poetas Marianos de los Sábados de Mayo, con
los que versificaba. Estas creaciones se leían en la intimidad y González
Suárez las denominaba Composiciones Furtivas; muchas romperá después, pero la
colección de 11 originales y 15 traducciones se publicó en 1.877 en estrofas
llamadas liras y han visto una segunda edición en 1.899, Editorial Herder,
Alemania. El 77 también editó un estudio sobre Balmes de quien era un asiduo
lector y el opúsculo “Belleza Literaria de la Biblia”. Escribía para los
periódicos del Azuay, pronunciaba sermones y ganó fama y prestigio como
sacerdote culto y más aún como orador.
El 8 de julio de 1.873 pronunció en la Catedral
de Cuenca su oración fúnebre sobre el Dr. Agustín Cueva, médico venido de
Europa y fallecido joven. En 1.875 y dio a la imprenta “Observaciones sobre el
poder temporal del Papa”, escrito cinco años antes, con motivo de la ocupación
de Roma por las tropas de Víctor Manuel II de Italia.
El 6 de agosto murió asesinado el Presidente
García Moreno y el 21 de celebraron sus exequias en la Catedral, González
Suárez improvisó un sermón en sólo dos horas, comenzando así: “No pertenecí yo
a su partido político, como es notorio”… Basta y sobra, se encendieron los
ánimos en su contra y en tal forma que Monseñor Toral le aconsejó imprimir la
“Oración Fúnebre”, lo que le salvó de una segura prisión, porque de Cuenca
(1) Existen dos cartas del Padre Delgado,
superior de la Compañía de Jesús en el Ecuador, dirigidas a Estévez de Toral,
recriminándolo por haber aceptado a Gonzáles Suárez en su Diócesis.
escribieron al gobierno muchísimas calumnias; sin embargo, su madre, fue insultada y casi abofeteada en Quito, a la salida de una misa, por una beata señora que trató de reparar la memoria del dictador con acto tan innoble, mientras que en Cuenca, según Tomás Rendón Solano, se consideró el asesinato del tirano como la “aurora de un porvenir de rosas”.
escribieron al gobierno muchísimas calumnias; sin embargo, su madre, fue insultada y casi abofeteada en Quito, a la salida de una misa, por una beata señora que trató de reparar la memoria del dictador con acto tan innoble, mientras que en Cuenca, según Tomás Rendón Solano, se consideró el asesinato del tirano como la “aurora de un porvenir de rosas”.
El Viernes Santo de 1.876 predicó en la Catedral
sobre “La Pasión de Jesucristo en el siglo Décimo Nono” que trata sobre el
proceso de Jesús comparado con la situación de la Iglesia de entonces. “La
Pasión” despertó intensos comentarios y el Obispo Toral volvió a aconsejar la
impresión para desvirtuar el comentario jocoso que circulaba en Cuenca acerca
de este sermón, calificado de parodia y sátira contra el Presidente Borrero,
atacado por garcianos y radicales. Con motivo de la revolución de Veintemilla
en Guayaquil y su posterior ascensión al poder dio a la luz “Opúsculos de
polémica religiosa” colección de artículos de su pluma sobre tan palpitante
tema.
El 22 de Febrero de 1.877 escribió su Informe a
Monseñor Toral sobre la “Carta a los Obispos” de Manuel Cornejo Cevallos, que
basado en las escrituras exigía libertad de conciencia, de prensa, tolerancia
de cultos, etc. Garantías que por supuesto no existían en el Ecuador fanatizado
y ultracatólico de esos días.
En abril murió asesinado el Arzobispo de Quito
Monseñor Checa y Barba. González Suárez publicó una hoja suelta titulada “Un
Mártir”, pero hechas las averiguaciones judiciales no resultó ningún radical
implicado y el crímen perdió interés político. Entre marzo y agosto de ese año
imprimió en Cuenca “Exposiciones en defensa de los principios católicos”
replicando los decretos de Pedro Carbo, Ministro General del régimen.
En 1.878 fue designado Representante del Azuay
ante la Convención Nacional reunida en Ambato y pronunció el discurso en los
solemnes funerales acordados por la Convención a la memoria del Papa Pío IX,
luego apoyó las reformas liberales que intentó Pedro Carbo imponer en esa
convención. El 17 de octubre habló en la Iglesia de la Compañía durante las
exequias de Vicente Piedrahita, asesinado misteriosamente en su hacienda
“Palestina”. En septiembre apareció en Quito su primera obra arqueológica
denominada “Estudios históricos sobre los Cañaris, antiguos habitantes de la
Provincia del Azuay, en la República del Ecuador” con numerosas láminas
dibujadas y grabadas al metal por Joaquín Pinto y su esposa Josefina Berrío, en
la prensa litográfica de Carlos Matheus y Pacheco, corriendo la impresión
general por cuenta de J. Guzmán Almeida. La edición constituyó un esfuerzo
económico para su autor, salieron 100 ejemplares finamente encuadernados, que
se vendían a 1 sucre cada uno y a duras penas se lograron colocar 15. No faltó
quien se arrepintiera de haberse suscrito, otros lo calificaron de “ocioso” por
ocuparse de cosas de los indios y así por el estilo. Sin embargo, su esfuerzo
redundó en beneficio de la élite culta del Azuay donde le apreciaban en alto
grado. Poco después el “Liceo de la Juventud” fundó su “Sección Histórica”
motivados por tal obra González Suárez pensó quemar los restantes ejemplares
pero felizmente no lo hizo. Hoy es un libro rarísimo e inestimable, joya
bibliográfica nacional por ser el más antiguo estudio arqueológico del país.
Durante estos años en Quito descolló como orador
pronunciando discursos y publicando otros: en la bendición de la bandera del
Batallón Vencedores de Pichincha, en la Independencia de América, sobre la
poesía en América, etc. este último, pronunciado en 1.871.
De regreso de la Convención el 20 de Marzo de
1.879 predicó en la Catedral el sermón fúnebre en las honras del Dr. Mariano
Cueva, Vice Presidente de la República entre 1.860 y 1.862. El 10 de Agosto de
1.881 predicó en la Catedral de Quito sobre los héroes de la independencia y el
patriotismo; entre los concurrentes estaba el Presidente de la República, Gral.
Ignacio de Veintemilla. Ese año y en la Imprenta del Clero publicó en Quito el
I Tomo de su “Historia Eclesiástica del Ecuador” que salió precedido por su
“Discurso sobre la Iglesia Católica en América desde su fundación hasta
nuestros días”. El motivo de esta obra hay que encontrarlo en la lectura del
“Resumen de la Historia del Ecuador” aparecido en Lima en 1.870, escrito por
Pedro Fermín Ceballos. González Suárez quiso llenar los vacíos que contenía,
sobre todo en su parte más antigua y luego se decidió a escribir una obra
nueva, antes que acotar la ajena e hizo bien.
En 1.882 murió su madre en Quito, con fama de
santa y de vidente, tenía visiones que luego se cumplían.
Hacia 1.883 viajó a la capital invitado por el
Arzobispo Ignacio Ordóñez Lazo que lo nombró Canónigo de esa Catedral y su
secretario y le pidió que lo acompañe a la visita “ad-limina-apostolorum” que
realizaría a Roma. Entre Ordóñez y González Suárez existía una antigua amistad
nacida en 1.872 en Cuenca. Viajaron juntos a las Antillas, Francia, Suiza,
Italia y España. En este último país González Suárez radicó dos años sin la
compañía del Arzobispo y los aprovechó para estudiar los Archivos de Indias,
Alcalá de Henares y Simancas, maravillándose de sus contenidos, hizo amistad
con personajes de la talla de Menéndez y Pelayo, José Toribio Medina y con
americanistas como Jiménez de la Espada; copió documentos y otros estractó con
su clara letra redondeada, fácil de leer y tanto, que los originales que aún se
conservan nos muestran su hermosa caligrafía. Por entonces sufrió una aguda
crisis alérgica por el polvo acumulado en los archivos y perdió todas sus
muelas o ¿acaso sería una descalcificación general?.
En 9 cartas que publicó en 1.884 en “La Revista
del Sagrado Corazón de Jesús” dirigidas por el Padre Julio Matovelle en Cuenca,
recogió sus “Recuerdos de viaje”; estas cartas verán una edición en 1.901.
Nuevamente en Quito reasumió la secretaría del Arzobispo y empezó a compaginar
los datos obtenidos en España. Fruto de este trabajo es la “Memoria Histórica
sobre Mutis y la Expedición Botánica en Bogotá”, que apareció merced al apoyo
que le brindó el Secretario Municipal de Quito, Dr. Leonidas Batallas.
1.884 fue uno de los más fructíferos años de su existencia; comenzó el “Atlas Arqueológico” y en la Imprenta del Clero editó “El Nuevo Mes de María” o explicación de la Salutación Angélica, en dos tomos; obra empezada durante la travesía a Panamá. Una segunda edición se imprimirá en Madrid, en 1.904. Igualmente fue en 1.884 que por muerte del Arcediano de la Catedral de Quito, Dr. Leopoldo Freire, lo llamaron a ocupar dicha dignidad y con tal motivo el Arzobispo Ordóñez lo nombró Visitador Apostólico para las Diócesis de Cuenca y Guayaquil. En 1.889 publicó “Refutaciones Históricas”.
1.884 fue uno de los más fructíferos años de su existencia; comenzó el “Atlas Arqueológico” y en la Imprenta del Clero editó “El Nuevo Mes de María” o explicación de la Salutación Angélica, en dos tomos; obra empezada durante la travesía a Panamá. Una segunda edición se imprimirá en Madrid, en 1.904. Igualmente fue en 1.884 que por muerte del Arcediano de la Catedral de Quito, Dr. Leopoldo Freire, lo llamaron a ocupar dicha dignidad y con tal motivo el Arzobispo Ordóñez lo nombró Visitador Apostólico para las Diócesis de Cuenca y Guayaquil. En 1.889 publicó “Refutaciones Históricas”.
En 1.890 escribió su “Ensayo sobre Lacordaire”.
En 1.891 publicó en Quito su Tomo II de la “Historia General del Ecuador”; en
1.892 el Tomo III y el Atlas Arqueológico, también llamado el Tomo innumerado,
con 44 láminas de objetos arqueológicos excavados por el autor y precedido por
su estudio sobre la etnología nacional y “La imprenta en el Ecuador durante el
tiempo de la colonia”.
Muerto Monseñor Ordóñez Lazo en 1.893, fue
sucedido por el Obispo de Ibarra, Pedro Rafael González Calisto, quedando
vacante esa sede; entonces se formó una terna para ocuparla, encabezada por el
Canónigo Juan de Dios Campuzano y reunida la Junta Ocasional del Ministerio de
Asuntos Eclesiásticos se escogió al segundo integrante de ella, González
Suárez, postergando a Campuzano, que se resintió con el gobierno por este desaire.
En 1.894 salió el Tomo IV y se vendía en la
tienda de Ciro Mosquera. El “Diario de Avisos” de Guayaquil publicó una nota de
su corresponsal en la capital, anunciando que los padres dominicanos habían
protestado contra la obra porque relataba numerosos escándalos suscitados en
los conventos de frailes y monjas de esa comunidad.
Fray Reginaldo María Duranti, prior de los
dominicanos en Quito, contestó al Diario de Avisos y refutó a González Suárez,
pero el verdadero autor de ese estudio es el Dr. Pablo Herrera. El Obispo de
Portoviejo, Pedro Schumacher, felicitó a Duranti, pero al mismo tiempo le
recriminaba por no haber aclarado todo el contenido del libro, calificando a
González Suárez de “ignorante, mentiroso, liberal, enemigo de la religión y una
amenaza para los intereses católicos de la religión” (sic).
Entonces se levantó una ola de resentimiento
contra el historiador. Duranti escribió a Roma, su denuncia puso en peligro la
concesión de la mitra de Ibarra; aunque muchos le apoyaban y la Universidad Central
pidió a González Suárez que tomara la palabra en las solemnes exequias que se
tributaban al ex Rector Dr. Miguel Egas Cabezas, en su calidad de profesor de
Historia de la Facultad de Filosofía y Literatura.
En junio de 1.894 se reunió el Congreso Nacional
González Suárez era Senador por Pichincha, también asistió el Dr. Felicísimo
López y López, Senador por Esmeraldas. López estaba excomulgado por ser autor
del folleto “Cartas al Pastor”, por no retractarse en sus errores, haberse
reafirmado en ellos, polemizar por periódicos y ser espiritista. Esto último
resultó falso, puesto que sólo practicaba magnetismo e hipnotismo con sus
pacientes.
López presentó la nota de su nombramiento firmada
por el Presidente de la Municipalidad de Esmeraldas, la Comisión Calificadora
informó que estaba en regla pero que no podía posesionarle debido a su
condición subjúdice. El Congreso se instaló y pasó a discutir el punto, llegado
el momento de la votación González Suárez abandonó la sesión absteniéndose
deliberadamente de dar su voto. ¡Grave escándalo para la religión! Acusó
Schumacher y le recordó que mientras duró su visita arqueológica a Manabí, no
daba misas dianas, por lo que le llamó la atención varias veces González Suárez
contestó que sufría del estómago y que el vino de consagrar le producía
agrieras, saliendo a relucir una serie de incidentes menores ocurridos entre
Shumador y González Suárez. Mientras tanto el Padre Duranti y Pablo Herrera
habían trabajado una refutación al Tomo IV que publicaron con el apoyo moral de
Schumacher y bajo el título de “La Veracidad del Sr. Dr. Federico González
Suárez en orden a ciertos hechos referidos en el Tomo IV de su Historia
General”, libro que despertó las más encendidas pasiones. “En el confesionario
hubo religiosos que me calificaron de apóstata y de corrompido” reveló el
propio González Suárez, que se ausentó a Ambato abatido por una cruel
enfermedad, y no pudo leer ni escribir por algunas semanas. De allí continuó a
Riobamba, escribió sus “Memorias Intimas” e inició la “Defensa de mi criterio
histórico” para refutar a Duranti y a Herrera, obras que no llegó a publicar,
con referencias importantísimas para el conocimiento de los principales sucesos
de su vida.
A fines de 1.894 la situación política se tornó
aun más crítica con el escándalo de la venta de la bandera. El régimen
presidencial de Luis Cordero se desmoronó con la publicación del folleto
“Censura de los actos administrativos” del Canónigo Juan de Dios Campuzano, que
despechado por su postergación a la mitra de Ibarra se había convertido en el
principal detractor del Régimen. A Cordero sucedió un período de inestabilidad
política y el advenimiento del liberalismo radical con la revolución del 5 de
junio de 1.895 que salvó a González Suárez de su forzado exilio, donde se
hallaba en apretada situación por el mal predicamento que le tenía el Arzobispo
Pedro Rafael González Calisto.
Al fin, en 1.896, fue electo Obispo de Ibarra y
al año siguiente publicó el “Manual del Devoto del Santísimo Sacramento”, obra
en 116 págs., conteniendo oraciones para un mes. Entonces surgió el incidente
del periódico “El Carchi” editado en Tulcán, por católicos de manga ancha a los
que González Suárez combatió con doctrina tomada de las sagradas escrituras y
pronunció su famosa frase: “Primero la Patria”, en franco rechazo al “Dios y
Patria” de los enemigos del régimen liberal exilados en Colombia; después, el
Obispo de Pasto, Fray Ezequiel Moreno Díaz, amenazó con excomulgar a los padres
de familia del Colegio Bolívar de Tulcán si no retiraban a sus hijos de dicho
plantel, que dirigía el profesor Rosendo Mora. El asunto tenía cola porque años
antes el profesor Mora había sido excomulgado y perseguido por el anterior
diocesano de Pasto, Monseñor Caicedo, debido a discusiones religiosas y seudo
doctrinarias.
Mora ejercía en 1.896 en Tulcán y mal podía
depender de la diócesis de Pasto, como equivocadamente pretendía el Obispo
Moreno Díaz. González Suárez tuvo que intervenir para defender su territorio
eclesiástico y la soberanía ecuatoriana sobre esa zona y de no haber mediado
ciertas circunstancias políticas el asunto habría concluido; pero, eran tiempos
de lucha encarnizada, Schumacher residía a pocas leguas de la frontera, en el
pueblecito de Samaniego, repleto de exilados. La polémica fue a Roma, la
Sagrada Congregación dictaminó que González Suárez tenía razón y que Tulcán
dependía de su diócesis. Monseñor Moreno viajó y fue recibido en audiencia
privada por el Papa. Era la segunda ocasión en menos de cinco años que se
denunciaba a González Suárez. El Papa “aclaró” el dictamen de la Congregación
de Ritos y dio la razón a Moreno. El gobierno nacional declaró que no llevaría
adelante las conversaciones diplomáticas con la Santa Sede sino se revisaba ese
asunto. González Suárez reorganizó al “Bolívar” con personal ecuatoriano y
pidió a Mora que se disculpe ante Moreno, pero no lo consiguió. Roma dio pie
atrás, volvieron las cosas a su estado inicial y se hizo la paz.
En julio de 1.900 publicó el folleto “Cuestiones
Palpitantes”, analizando los sucesos ya reseñados y libre de estas trabas y
molestias aprovechó para insertar entre 1.902 y 1.903, en los Anales de la
Universidad Central, su obra “Los aborígenes del Carchi e Imbabura”, escrita a
raíz de varias excavaciones arqueológicas realizadas en 1.900. Una segunda
edición saldrá en 1.908. El 10 de Agosto de 1.904 predicó en la Catedral de
Ibarra sobre el patriotismo como virtud cristiana.
En 1.906 ascendió al Arzobispado por muerte de su
antecesor y sin oposición canónica porque la mayor parte de los prelados –
nacionales y extranjeros – se hallan desterrados del país. Ese año publicó
“Estudios Literarios” en 191 págs. En 1.907 y en 1.908 salió la segunda serie
(2) que continuó en 1.909 con un tomo en 143 págs. y felicitó al Presidente
Alfaro y al Partido Liberal por la llegada del ferrocarril a Quito.
Entre 1.909 y 1.913 publicó tres volúmenes de
opúsculos titulados: “Miscelánea”, “Nueva Miscelánea” y “Miscelánea Religiosa”
con artículos editados aunque poco conocidos, en 203 y 308 págs. respectivamente.
Desde el 24 de julio de 1.909 presidió las sesiones de la Sociedad Ecuatoriana
de Estudios Históricos Americanos”. En 1.910 bendijo la bandera del batallón
universitario que marchó a la frontera sur a pelear con el Perú, compuso una
“Arenga”, Presidió la Junta Patriótica Nacional y dijo “Si la Patria debe
morir, que lo haga peleando contra el enemigo y no envuelta en las sutiles
redes de la diplomacia”. En 1.911 publicó dos tomos de “Obras Oratorias” donde
recogió sus discursos.
En 1.912 intervino en los sucesos posteriores al
arrastre de los Alfaro y en el Boletín Eclesiástico tuvo palabras de encomio
para la memoria del asesinado General Julio Andrade. A petición del Municipio
quiteño prologó los “Escritos de Espejo”, en 1.914 editó las “Advertencias para
buscar, coleccionar y clasificar objetos arqueológicos pertenecientes a los
indígenas, antiguos pobladores del territorio ecuatoriano” y en 1.915 las
“Notas Arqueológicas”.
(2) Los Estudios Literarios contienen: Dos palabras, Belleza literaria de la Biblia, Crítica Literaria poética del cristianismo, Los iniciadores de la restauración literaria católica en Francia, Chateaubriand, La poética del Cristianismo, Crítica Literaria, Fray Luis de León, Reminiscencias Políticas, méritos de Fray Luis de León, comparación entre Horacio y Fray Luis de León, juicio crítico de sus obras, El Evangelio, de la poesía Epico Cristiana, concepto de la Belleza, la Cristiada del Padre Hojeda, la Teología Dogmática y la Poesía, El Paraíso perdido de Milton, las regiones de Ultratumba en la poesía épica cristiana, La Divina Comedia, Inicio sobre el poema, Literatura Pagana y Literatura Cristiana, Poemas bíblicos de San Avito.
Cansado de tantos trabajos y aquejado de uremia, murió en Quito, el Sábado 1°. de diciembre de 1.917, a los 73 años de edad y 11 de Arzobispado. El Estado decretó honras fúnebres. La Academia Nacional de Historia patrocinó en 1.937 la publicación de “Defensa de mi criterio histórico” y Monseñor Manuel María Pólit Lazo editó dos gruesos volúmenes titulados “Obras pastorales del Ilmo Sr. Dr. Dn. Federico González Suárez”. En 1.930 apareció “Memorias Intimas” que alcanzó gran éxito y se reeditó un año después y luego en 1.936, en esta última edición figura como apéndice la biografía escrita por Nicolás Jiménez y las “anotaciones” que comenzó a escribir Monseñor Pólit antes de su muerte.
El retrato moral y físico del gran Arzobispo lo
muestra de “estatura pequeña, cabeza bien formada, cabello entrecano, frente
alta y limpia donde brillaba la centella del genio, espesas y arqueadas cejas,
el mirar melancólico y penetrante, la nariz larga y algo extendidos los labios
al terminar en su parte inferior, las mejillas blancas, sonrosadas y salientes;
la boca grande y gruesos labios, el andar lento y mesurado. Tranquilo y
apacible en el trato familiar y cuando estaba de buen humor, serio y severo en
el ejercicio del Ministerio sacerdotal. De temperamento nervioso y sensible, al
contemplar su rostro bien a las claras se veía que un sentimiento de tristeza
profunda dominaba su alma noble y generosa. Sus modales decorosos y dignos
inspiraban respeto y aún veneración. Tenaz en sus propósitos y firme en sus
resoluciones, nunca le faltó el valor para llevar a cabo empresas de
trascendental importancia. “Sobrio y Laborioso”. Solía decir que el honor era
el premio a la virtud.
Melancólico, pesimista y misógino, huía del trato
social creyendo con ello que ganaba tiempo y no se comprometía en etiquetas.
Pocos, poquísimos amigos y sobre todo, cultivó la amistad de la familia Batallas;
casi nunca reía pero formó discípulos en las disciplinas históricas y una nueva
generación de sacerdotes más a tono con la realidad del país. Sirvió de puente
y evitó el abismo entre dos mundos, el decimonónico que él clausuró y el siglo
XX que inauguró con su influyente personalidad de sabio y sacerdote.
Al recibir a cualquier persona levantaba la
cabeza y el pecho para mirarla de frente, gesto que le daba un aire señoril y
regio, como de quien no se intimida ante nadie y que infundía respeto y algo de
turbación en cuantos se le acercaban, sobre todo la primera vez.
De índole comunicativa, gustaba de la
conversación y de las tertulias de amigos, deleitándolos con las anécdotas que
refería con gran franqueza y cierto salado gracejo.
Su mayor obra es la Historia General del Ecuador
compuesta de siete tomos más el Atlas Arqueológico aparecidos entre 1.890 y
1.903, libro clásico en las letras ecuatorianas.
Numa Pompilio Llona
Nació en Guayaquil el 5 de Marzo de 1.832 y
fue bautizado con los nombres de Manuel Pompilio que luego cambiará por Numa
Pompilio, más acorde con sus aspiraciones de grandeza. Hijo del Dr. Manuel
Leocadio de Llona y Rivera, notable abogado, perseguido en 1.818 por el
Gobernador Mendiburo por sus ideas, expresiones y actitudes patrióticas. Prócer
de la Independencia y firmante del Acta del 9 de Octubre de 1.820, Síndico Municipal
de Guayaquil y activista bolivariano en 1.822, hizo arriar el pabellón bicolor
de Guayaquil Independiente del malecón de la ciudad para izar el tricolor
colombiano, acción que le atrajo el odio eterno de los elementos tradicionales
de la ciudad que jamás le perdonaron dicha ofensa; y de Mercedes Echeverri
Llados, de la nobleza de Cali en Colombia, hija del prócer Echeverri, flagelado
por los españoles por ocultar en su casa a su amigo y compadre Darío Micolta,
uno de los más valerosos caudillos revolucionarios de ese país.
El Dr. Manuel Leocadio de Llona y Rivera
después de 1.822 sufrió el abandono social a causa de su acción política, lo
que influyó para que en 1.828 se distanciara de su cónyuge Antonia de Marcos y
Crespo con quien había casado ese año y de su tierno hijo Antonio, refugiándose
en el amor de la hermosísima Mercedes, de paso por Guayaquil, acompañando a su
padre, militar de los ejércitos de Colombia. Con ella vivió en su quinta de la
esquina suroeste de las calles Chile y Luque donde les nacieron varios hijos y
entre ellos Numa Pompilio. Como el escándalo social era grande, la familia
Llona y Echeverri viajó a Cali en 1.836 y radicó en el valle del Salado, donde
los Echeverri eran dueños de una finca que el poeta recordó con cariño llamándola
mi Arcadia en su Odisea del Alma y allí transcurrió su adolescencia. Aguirre
Abad, en su “Bosquejo Histórico”, al referirse al Dr. Manuel Leocadio de Llona
y Rivera le dice: “Célebre por sus talentos y más que por ellos, por su
conducta traviesa e inmoral” expresión que constituye una exageración sin lugar
a dudas.
En 1.853 ocupó la cátedra de Estética y
Literatura General de la Universidad de San Marcos demostrando amplios
conocimientos sobre los clásicos griegos y latinos y sobre las principales figuras
del cristianismo. Por esos años alternaba con el periodismo, desde 1.854 hasta
el 59 fue redactor principal y literario del diario “El Comercio” de Lima,
decano de la prensa peruana, escribiendo con esa brillantísima generación
poética formada por Fernando Velarde, Luis y José Arnaldo Márquez y Manuel
Adolfo García, a la que se unieron Clemente Althaus y Juan de Arona, el
venezolano José Vicente Camacho, Luis Benjamín Cisneros, Ricardo Palma, Carlos
Augusto Salaverry. De esa época es su afamada “Oda al General Necochea y a
América”.
Entre 1.860 y el 62 ejerció el Consulado
General del Perú en Madrid y tuvo la oportunidad de tratar a los principales
literatos de la península. En 1.864 fué designado Secretario del Congreso
Americano reunido en Lima con el objeto de repeler la agresión española a las
costas peruanas y compuso el poema lírico “La toma de las islas de Chincha” que
después incluyó en “Los Clamores de Occidente”.
Obras Literarias
Entre sus obras literarias se encuentran
diversos temas sobre los acontecimientos y circunstancias de la vida. Escribió
sobre asuntos religiosos y patrióticos, estéticos y filosóficos. Buscaba los
temas y los lectores. No hay una composición que no esté dedicada a un
personaje o a una nación
- Cien Sonetos Nuevos
- Interrogaciones
- Amor Supremo
- Himnos, dianas y elegías patrióticas y religiosas
- De la penumbra a la Luz
- Cantos Americanos
- Nuevas poesías
- Artículos en Rosa
- Noches de Dolor en las Montañas
- Canto a la Vida*Odisea del Alma
- Clamores de Occidente
- El gran enigma
- Noche de dolor en las montañas
- Grandeza Moral
Los arqueros negros
Tras el hombro el carcaj : un pie adelante;
con el brazo fortísimo membrudo
tendiendo el arco; y, con mirar sañudo,
inclinado el etiópico semblante,
así, en hilera, el batallón gigante
de dolores me acecha torvo y mudo;
y sus saetas clava en mi desnudo
ensangrentado pecho palpitante!…
¡Mas no de tus flecheros me acobardo
ante el airado ejército sombrío;
sus golpes todos desdeñoso aguardo!…
¡Manda a tu hueste herirme, oh Hado impío,
hasta que lancen su postrero dardo!
Hasta que se halle su carcaj vacío.
DOLORES SUCRE LAVAYEN
Nació en Guayaquil en 1.837. Hija legítima del
Coronel José Ramón de Sucre y de la Guerra, nacido en 1.798 en Cumaná,
Venezuela, que realizó las campañas militares de su Patria y de Nueva Granada y
posteriormente combatió en Junín, Ayacucho, el sitio del Callao y Tarqui y de
la guayaquileña Mercedes Lavayen y García, casados en 1.834, Vocal de la Junta
Curadora de niñas en 1.845, mujer intelectualizada para su tiempo.
A los siete años de edad recibió las primeras
letras de su madre, mujer culta y activa “que desenvolvió su vida en un medio
que negaba la participación de la mujer en igualdad del hombre” y asistió a la
escuela de la preceptora Cruz Andrade Fuente Fría de Drinot, “quien la inició
en el cultivo de las bellas letras adivinando que en el pecho de la niña que
recién gorjeaba, se agitaba un mundo de lirismo y de poesía.”
De quince años apenas ya daba muestras de poseer
un talento nada vulgar y versificaba hasta por mera distracción. Poco después
se enamoró perdidamente de un joven inglés apellidado Perinmen, quien correspondía
sus anhelos con nobles y profundos sentimientos y cuando ya estaba fijada la
fecha de la boda; ocurrió que, estando el novio aceitando un arma, se escapó el
disparo que segó su vida. Dolores “se entregó por entero a su dolor y a la
poesía, surgiendo de sus labios rosas y lirios para el amado y toda una gama de
perfumadas flores para Dios, la Patria, la verdad y la virtud, temas que serían
constantes en su inspiración románticas y añorosa.
En 1.870 visitó el Perú y fue presentada por su
paisano Numa Pompilio Liona en el Ateneo de Lima, siendo admirada por Pedro
Paz-Soldán que escribía con el seudónimo de Juan de Arona, por Clemente Althaus
y por Ricardo Palma. Posteriores viajes a Lima le permitieron ingresar a las
célebres tenidas del “Círculo Literario” y. trabó amistad con escritores de la
categoría de Teobaldo Corpancho, Carlos G. Amésaga y Clorinda Matto de Turner,
autora de “Aves sin nido”, novela indigenista y anticlerical, que abrió una
nueva etapa en las letras femeninas americanas.
Desde el 10 de enero de 1.871 colaboró en el
periódico religioso y literario “La Esperanza” y vivía en la Parroquia del
Sagrario con su padre y hermanos. En 1.874 falleció su madre que tanto la había
alentado en sus afanes literarios y el 11 de agosto de 1.880 su padre, entrando
una discreta pobreza al hogar compuesto de otras dos hermanas solteras llamadas
Carmen y Obdulia, con quienes empezó a recibir alumnas, desde el 1° de enero de
ese año, en su casa, enseñando a leer y a escribir, las cuatro reglas y labores
de mano, así como lo necesario para la vida social de la época. La Escuela de
las señoritas Sucre pronto estuvo considerada entre las mejores del Guayas
junto a la de las hermanas Fuentes y a la de Rita Lecumberry Robles.
En 1.881 colaboró en la revista el “Album” y en
la “Guirnalda Literaria” por paga exigua, y formó parte de la Sociedad de
Beneficencia de Señoras donde su tía Dolores Jiménez de Sucre ocuparía la
presidencia seis años después.
Igualmente, por influencia de la poesía de Llona
y acordándose de los gloriosos hechos militares que le había referido su padre,
su romanticismo inicial volvióse de corte clásico, académico y social y fueron
los temas cívicos sus preferidos. Fue, pues, una poetisa del segundo período
del romanticismo ecuatoriano o lo que es lo mismo, del romántico tardío.
También fue miembro de la Guardia de Honor de la
Virgen de la Merced y allí hizo amistad con Carmen Pérez de Rodriguez-Coello y
con Angela Carbo de Maldonado, quienes también escribían poesías; sin embargo,
Dolores, las aventajaba a ambas por su incansable actividad en “La Esperanza” y
en “Los Andes”, periódicos tradicionales del puerto principal donde tenía
columna propia dedicada a la mujer y por eso se la considera una avanzada del
feminismo de su tiempo en el Ecuador.
En 1.883 cantó al Centenario del Nacimiento del
Libertador, luego en las inauguraciones de las estatuas de Bolívar y
Rocafuerte; fueron poesías de compromiso, cantos a héroes del pasado, que como
ya se ha dicho, la alejaban de sus primeras y espontáneas manifestaciones y de
la realidad cotidiana y por ello empezó a expresarse en difíciles retruéncanos,
tal si con ellos obtuviera algún mágico efluvio que le causara raro embeleso.
Para pedir un vaso de leche en el desayuno decía:
“Mucama, pasadme el líquido perlático que nos proporciona la consorte del
toro”. Para que le dieran su vestido negro: “Tomad el acero (la llave) abrid el
madero (el ropero) y sacad el de luto vestir”. Un día, que pasaba por los bajos
de su departamento ubicado en Vélez entre García Avilés y Boyacá, un simplísimo
carbonero, lo llamó de la siguiente manera: “Buen hombre ¿cuánto reporta
actualmente un saquillo del producto del fuego sobre la madre naturaleza? En
otra ocasión para solicitar un huevo duro en el almuerzo, lo hizo de la siguiente
forma: “Por favor, deseo un óvulo gallináceo afectado por el calor acuoso”.
También acostumbraba decir en su casa: “Doméstica, corred los linos, abrid los
pinos y dejad que el céfiro penetre”, para pedir que le abran las ventanas y
las cortinas. Frases que movían a risa a quienes las oían y eran prontamente
repetidas en toda la ciudad con notable éxito entre los chuscos que nunca
faltan.
Sus hermanas dizque le entendían todo porque ya
se sabían de memoria su forma extraña de hablar, pero no ocurría lo mismo con
la generalidad de las gentes que se quedaban en babia, sin saber qué
responderle
El 96 publicó varios poemas en la “Semana
Literaria” de Manuel J. Calle en Quito.
En 1.898 colaboró en la revista quincenal,
ilustrada, de letras, artes, ciencias y variedades “El Crepúsculo”.
En 1.900 protestó públicamente y acusó al
Gobierno del general Alfaro de “mantener en el ostracismo al clarísimo poeta
nacional Dr. Cesar Borja Lavayen, por causas nimias que la grandeza olvida y el
amor perdona…” y tanto molestó sobre el tema que, a la postre, después de
algunas semanas de estas quejas, consiguió que le permitieran regresar a su
primo segundo el Dr. Borja Lavayen de San José de Costa Rica, donde vivía
exilado desde 1.895.
Este generoso gesto le granjeó una ola de
popularidad nunca antes vista en mujer alguna en Guayaquil y hasta fueron a
vitorearla los estudiantes universitarios, pero ella se negó a salir a la
ventana diciendo que lo hecho era solamente una migaja de su corazón y no cosa
del otro mundo como para merecer tantos aplausos, bien es cierto que el asunto
se estaba prestando a burlas y ella lo adivinaba.
Numerosos poetas, periodistas y escritores la
visitaban o se carteaban con ella: Juan Abel Echeverría de Ambato, Angel
Polibio Chávez de Guaranda, José Abel Castillo, etc.
El 10 de octubre de 1.904 los ecuatorianos
coronaron a Llona, que en su ancianidad atravesaba por una cruel pobreza.
Dolores fue designada por el comité organizador para colocarle la corona de
hojas de laureles de oro y en tal oportunidad recitó un admirable soneto que
conmovió los más altos sentimientos del país. Poco después, en marzo siguiente,
un grupo de jóvenes propusieron su coronación y fueron apoyados por los
redactores de la revista quincenal de literatura y arte “Guayaquil Artístico”.
Ella se opuso en carta abierta, pero de todas maneras los socios del Club de la
Unión presididos por el Dr. Francisco X. de Aguirre Jado, organizáronse en
Comité y pidieron a la Municipalidad que en el programa de las fiestas
octubrinas se colocaran los actos del Homenaje, que poco a poco fue tomando
características nacionales por las adhesiones que se recibían de todo el país.
La Coronación se fijó para el 9 de Octubre de
1.905. El Dr. Vicente Paz Ayora ofrendó a nombre del Comité la “Lira de oro,
brillantes y esmeraldas” que fue colocada por María Sánchez Urbina, entre
números de canto y piano. Llona intervino con un sentidísimo elogio y solamente
hubo que lamentar la imprudente conducta del poeta Nicolás Augusto González
Tola, que ingresó al Teatro Olmedo del brazo de una amiga con quien vivía
públicamente y como González había sido designado el orador de la noche, el
asunto tornóse serio y mal hubiera terminado pues las damas quisieron retirarse
y únicamente aceptaron permanecer en sus asientos para no deslucir el acto ni
dañar la noche a la poetisa, pero lo hicierona desgano y muy contrariadas.
Dolores Sucre entró en compañía de sus hermanas y
mejores amigas y sentóse en una especie de sillón del trono. Fue su noche de
gloria pues recibió de Guayaquil más que una corona, recibió una lira y el
homenaje cariñoso que había despertado su simpatía y bondad a través de
numerosos años en el magisterio femenino y en el periodismo de altura y
espiritualidad. Homenaje que también le tributó la sociedad por su prestancia
como hijo de un prócer y sobrina de un héroe. El Ateneo de Lima le envió una
efusiva felicitación, que fue leída y mereció aplausos. La colonia venezolana
se hizo presente con sus amigas Pepita Gual y Domínguez y Mercedes Acevedo y
Paz-Castillo de Manrique, hija y nieta de próceres, respectivamente.
Entonces Dolores declamó un poema compuesto de 23
décimas, diciendo en la última:// “Compatriotas, con la lira/ que condecora mi
pecho/ Me da a la gloria derecho/ Mas, mi musa no delira/ Si os juro que en
esta lira/ la Patria con esplendor/ me paga deudas de amor/ al ver mi tumba
cercana/ ¡Salve el cielo al Ecuador!// aunque en esto de la tumba cercana
anduvo errada pues vivió hasta los ochenta años, falleciendo el 5 de junio de
1.917 y “fue vestida con el albo traje de la Virgen mercedaria, juntas las
manos en mística plegaria, llevando en su pecho prendida cual estrella, la lira
de diamantes que el pueblo y su ciudad le habían tributado doce años antes y se
dio el curioso caso que las damas de la ciudad, “rompiendo las barreras de
prejuicios absurdos, acompañaron al cortejo solemne hasta su último morada y
diéronle el adiós, así, en forma tan inusual”. El Presidente de la República,
Alfredo Baquerizo Moreno, por su parte, expidió un decreto de honras.
En 1.914 habían aparecidos sus “Poesías”,
recopilados por ella misma y editadas en Barcelona, con escogidos partos de su
númen, “que tuvo la sencillez de un clasicismo proporcionado, casto y desnudo
como el de las estatuas griegas”; pero, su pensamiento, no traspasó la etapa
mariana que imponía a la mujer la sumisión total en el hogar y un simple papel
secundario en sociedad. En 1.920 se editó su “Corona Fúnebre”.
Fue mujer de estatura más que mediana, cabeza
imponente, cabellos negros, grandes ojos y nariz aguileña; solía vestir de
blanco entero como era costumbre por entonces y en la ancianidad llegó a la
obesidad.
Tuvo un altísimo sitial y el glorioso apellido
que ostentaba la convirtió en figura de primera magnitud, “pero no actualizó su
verso ni su pensamiento guardó relación con las transformaciones políticas del
mundo y de su Patria”, quedando rezagada en un romanticismo arcaico y cuando
murió representaba solamente el recuerdo de una poesía decimonónica y afectada.
Muchos años después el poeta Enrique Segovia
escribió sobre ella lo siguiente: “Precisa y luminosa conservo la visión de la
dulce y venerada anciana, cruzando la ancha calle Boyacá, con lento y fatigado
paso, una mano apoyada en el brazo de mi padre (se refiere al notable educador
Nicolás Segovia) y la otra en su clásico bastón. Recuerdo que contemplaba con
deslumbrados ojos a esa elegante matrona, cuya faz semienmarcada por alto y
complicado peinado, del que pendía amplio velo de finísimo encaje, tenía un
sello de grave distinción y auténtico señorío, y a despecho de los años era
hermosa. Vivía con sus hermanas Carmen y Obdulia en una espaciosa casa. Las
tres ejercían el magisterio y regentaban una escuela fiscal de niñas que
funcionaba en el mismo edificio donde ellas vivían, en Boyacá entre 9 de
Octubre y Vélez, si bien la poetisa siempre dio preferencia sobre todo lo demás
al cultivo de las letras, su máxima y constante preocupación y el invariable y
rico alimento que la nutría, vigorizaba su mente y confortaba su espíritu. La
poesía fue el distintivo primordial de su personalidad y la razón suprema de su
vida. Ejercicio magno, profesión excelsa, de génesis vocacional, que tuvo en
ella carácter religioso, que la elevó y dignificó, infundiéndole fe y energía.
Fue un entregarse pleno y total, con algo de grandioso holocausto y sublime
renunciación, aunque también se dedicó al cultivo del canto. Cierto es que
insistentemente habla en sus versos de íntimas congojas; sin embargo, su tono
es sereno y revela valor y confianza. La práctica magistril, el diario alternar
con niñas, la labor de instruirlas y educarlas, eran también campo propicio a
su temperamento idealista y bondadoso, y de fijo, contribuyeron eficazmente a
disipar sus sombras y aligerarle el peso de sus desdichas. Genuina señora que
aún ostentado la grandeza de su aristocracia, prefirió siempre y cifró en ello
su más alto orgullo, en la grandeza del corazón, el lustre del talento”.
he pa mi parecer esta bn pero es muy extenso y solo llegue a la mitad porque se me hizo aburrido leer todo eso
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Five Nights at Freddy's
vales verga :v
Eliminarx2 ajajja
Eliminarquie hizo esto ta chevere
EliminarEscritores que dieron vida a la vida nacional y expandieron sus ideas al infinito.
ResponderEliminarbuena información de nuestro poetas ecuatorianos
ResponderEliminarexcelente trabajo
sip :v
EliminarWtf....
ResponderEliminarEsta pagina es muy buena para aprender de nuestros autores ecuatorianos esta chevere :v
ResponderEliminarGracias uwu
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